Por la mañana me sentía desinflada. Había pasado toda la
noche soñando con Isaac y Adrián, y no podía parar de tener escalofríos. Estaba
congelada.
En mis pesadillas, Adrián intentaba defenderme. Yo siempre
aparecía en una esquina, como si no formara parte del sueño. Mientras tanto,
Isaac atacaba. Y Adrián siempre perdía. Cuando acababa con él, me miraba con su
sonrisa arrogante. Y yo estaba demasiado aterrorizada como para hacer algo. Me
despertaba chillando, al igual que hacía en el sueño.
Ese día me puse un jersey negro encima del polo y unas
medias (había descubierto que nadie llevaba el uniforme reglamentario, todos
añadían o quitaban cosas), pero ni así conseguí quitarme de encima el frío que
tenía.
Tiritando, salí de casa y recorrí rápidamente el trayecto
hasta el instituto. Hoy llegaba más tarde de lo normal, por lo que no me
sorprendió ver que todo el mundo estaba ya esperando al profesor. Me acerqué a las
chicas y apenas me dijeron tres o cuatro cosas sobre la fiesta y que a las
cuatro y media cogeríamos el autobús para ir a la ciudad de al lado, ya que el
profesor de matemáticas entró tan puntual como siempre, con su cara de amargado
acentuada por ser primera hora. Apestaba a cigarrillos y su mirada dejaba claro
que no pensaba esperar mucho tiempo.
Me senté en mi sitio, al lado de Adrián. Como siempre, no
nos dijimos nada.
No sabía cómo sacar el tema. Temía que volviera a huir o que
me ignorara completamente. No pude evitar mirarlo con tristeza. Había tantas cosas
que quería preguntarle…
Como si lo hubiera intuido, Adrián me miró con curiosidad.
Lo miré un par de segundos, hasta que
tuve que apartar la vista avergonzada. Otro escalofrío. ¿Cuándo pensaban parar?
Odiaba esa sensación. Era demasiado incómoda.
El profesor estaba explicando algo sobre logaritmos, pero no
pude hacerle caso. Mandó unos ejercicios y me dispuse a hacerlos, pero no
entendía nada. Y me daba demasiada vergüenza como para preguntar. Normalmente
sacaba buenas notas, pero si no entendía algo… sencillamente no lo entendía.
Resoplé. Odiaba no entender las cosas.
-¿Necesitas ayuda?
-¿Qué? Oh… no, no hace falta.
-Vamos. Está claro que no lo entiendes – dijo Adrián con una
sonrisa. Era dulce, al contrario que las de Isaac -. Se te nota en la cara.
-Qué dices – protesté débilmente -. ¿De verdad quieres
ayudarme?
-Por supuesto.
-¿Por qué? – quise saber.
-¿Y por qué no? –me preguntó él. No supe qué contestar.
Empezó a explicarme lo que había dicho el profesor. Estaba
claro que enseñar se le daba bien, ya que lo había entendido todo a la primera.
Cuando me salió el primer ejercicio no pude evitar sonreírle a modo de
agradecimiento. Adrián también me la devolvió, y se produjo un silencio que no
pude tardar en rellenar.
-¿Vas a ir a la fiesta? – pregunté -. He oído que han
invitado a medio instituto.
-No lo sé – respondió -. ¿Irás tú?
-Sí – no pude evitar suspirar al decirlo -. No me queda más
remedio.
-Entonces tal vez vaya.
Mi corazón se aceleró bruscamente. ¿Quería decir con eso que
iría por mí? Noté cómo mis mejillas se enrojecían. Por un instante olvidé todo
lo que tenía que ver con Adrián, y me fijé simplemente en el chico sonriente
que había a mi lado. Y odiaba confirmar que su presencia me agradaba muchísimo
y que, además, me sentía segura a su lado.
Pero, al recordar todo lo relacionado con él hice caso omiso
a mis sentimientos. No podía y no debía enamorarme de un chico así. Ni de
ningún chico. Y, además, ¿desde cuándo había incluido la palabra amor con
Adrián? ¡Si nunca me había sentido atraída por nadie! Estaba claro que Adrián
era muy distinto, pero no podía o no debía enamorarme. Mis intenciones eran
distintas con él. Estaba casi segura de que solo quería saber la verdad.
Al final, las clases pasaron y no pude decirle nada a
Adrián. No me atrevía. Era demasiado para mí, y más aún después de haberse
pasado el día sonriéndome de forma amable. Era superior a mis fuerzas.
Cuando llegué a casa me apresuré en elegir la ropa adecuada.
Normalmente solía vestirme dependiendo de mi ánimo, pero no quería ir vestida
completamente de negro. Finalmente me decidí por una camiseta morada y unos
vaqueros claros.
A las cuatro y cuarto llegué a la parada de Autobuses de
Baste. Era bastante pequeña, tal y como recordaba. Varias semanas atrás había
llegado en un autobús hasta aquí, con una simple maleta y con muchas preguntas.
En la parada esperaba Esther, que escribía compulsivamente
en su móvil. No se percató de mi presencia hasta que estuve a su lado.
-¡Hola! ¿Con quién hablas?
-Hola, Sandra. Estoy hablando con Leo – noté que vacilaba un
poco al responder.
-Ajá. A ver si se decide a declararse algún día. La verdad
es que pegáis mucho – comenté como si nada.
-¿Cómo sabes que me gusta? – preguntó tímidamente.
-Es algo que simplemente se nota. Por eso vamos a centrarnos
en elegir algo para ti. ¡Necesitas conquistarle!
Esther me miró agradecida. Tenía los ojos brillantes.
-Gracias, Sandra. Pero no hace falta… un chico así nunca va
a fijarse en mí.
-Esther, se nota que le gustas. Hazme caso.
Paula llegó cuando apenas quedaban tres minutos para que el
autobús saliera. Con unos shorts que apenas tapaban y una camiseta escotada,
parecía no afectarle el frío.
Cuando entramos en el autobús, Paula y Esther me dijeron la
gran mayoría de tiendas que había en toda la zona a la que íbamos a ir. Después
del día que había tenido, nada me venía mejor que una tarde de compras. Animada
por la idea, me dejé llevar. Se unió también a la conversación una chica que me
presentaron como Mara, de la clase de al lado.
Nos bajamos del autobús algo ilusionadas. Reconocí estar algo nerviosa también. Mara desapareció
en cuanto llegamos, así que habíamos
vuelto a ser tres.
Dejé que me guiaran tranquilamente por todas y cada una de
las tiendas de la zona comercial. La primera en tener un vestido fue Paula, que
rápidamente se decidió por un vestido blanco que realzaba sus larguísimas
piernas. Me pregunté si no le daba vergüenza llevar un vestido tan escotado y
corto, hasta que me fijé en que, obviamente, era lo que estaba deseando.
Decidí centrarme en el vestido de Esther. Era la chica que
mejor me caía del pueblo con diferencia, y la verdad, quería que le saliera
todo bien con Leo. Estuvimos mirando en un par de tiendas hasta que cogió una
camiseta de color beige con algunos agujeros que estaba formada principalmente
por flores. Tenía cuello de bebé y botones en el centro, imitando a una camisa
antigua.
Pensé que entonces le vendría bien una falda, así que me
aparté de las dos y di una vuelta hasta encontrar una falda que empezaba debajo
del pecho. Me acerqué a Esther y se la mostré.
-Coge la camiseta de antes y pruébatela con esto – dije con
una sonrisa.
Me observó extrañada unos momentos, pero se apresuró en
coger una camiseta y probárselo todo junto. Le daba un toque muy dulce. Incluso
Paula mostró su aprobación.
Cuando terminó de pagar su vestido se reunió con Paula y
conmigo. Le brillaban los ojos.
-Sandra, ¿has encontrado algo? – quiso saber Esther.
-No, qué va – respondí algo avergonzada. Todavía no había
visto nada que me gustara.
-¡Eso no puede ser, tía! A ver, piensa. ¿De qué color te
gustaría que fuera? – preguntó Paula.
-Negro – contesté sin pensar.
-Pues vamos a buscar el vestido negro perfecto.
Sólo pasaron diez minutos antes de que empezara a aburrirme.
No encontraba nada especialmente bonito, así que me deprimí rápidamente. Como
siempre me acababa pasando.
Entramos en la enésima tienda de la tarde y fuimos cada una
por nuestro lado. Estaba empezando a desechar la idea de buscar un vestido
negro cuando Paula me llamó. Me giré y la encontré a mi lado sujetando un
vestido negro. Me embobé mirándolo. Era palabra de honor y pegado hasta la
cintura. La falda, que se doblaba de varias formas, era más larga por detrás y
se ataba en la espalda como un corsé con un pequeño lazo.
-Es precioso – murmuré -. ¿Dónde lo has encontrado?
-En el fondo – dijo como si hubiera hecho algo maravilloso
-. Las mejores cosas siempre están ahí.
-¡Hala, cómo mola! – dijo Esther, que se había acercado
rápidamente.
-Creo que ya tengo vestido – dije, y me sorprendí a mí misma
riéndome.
-¡Qué haaaambre! – gritó Esther alargando exageradamente la
A -. ¿Vamos a merendar?
Ya habíamos
comprado los vestidos, los zapatos e incluso maquillaje. Lo que menos me
apetecía era parar en otro sitio aunque fuera para merendar. Necesitaba dormir
desesperadamente, pero no quise protestar. Avanzamos por una calle bastante
transitada y vi una cosa que me llamó la atención.
Había una tiendecita muy pequeña, parecía la
típica tienda de souvenirs propias de
la costa. La anciana que parecía llevar la tienda me miraba fijamente. Tenía
algo en la mano.
Sin saber
por qué, me acerqué más. Me sentía bastante intrigada. Cuando estuve lo
suficientemente cerca, la soltó un poco. Se trataba de un colgante. Tenía una
cadena bastante larga y en el centro de ésta había dos alas de unos cinco
centímetros. Estaban unidas por otra cadena más pequeña.
Sentí una
atracción muy fuerte por aquella joya. La mujer sonrió.
-¿Lo
quieres?
-¿Cuánto
pide por él? – pregunté, escéptica.
-Nada,
puedes quedártelo. Sé que le darás buen uso.
Puso el
colgante en mis manos, que brillaba un poco, y al levantar la cabeza ya había
desaparecido. Fue como volver de repente a la realidad, pero el colgante seguía
en mis manos. De una puerta en la que no había reparado salió una mujer y me
preguntó amablemente si quería algo.
Negué con la
cabeza y me apresuré en marcharme de allí. Paula y Esther me miraron
sorprendidas, pero la única respuesta que pude darles fue mostrarles el collar
con las dos alas. Seguro que pensaban que estaba loca, pero no me importaba.
Todo era
cada vez más extraño.
Maaaaaadre de dios ! Eh... No te lo creeras pero estoy aquí en mi casa con la piel de gallina FLIPANTE ! Eres increíble, me encanta como escribes y buah, me has dejado en plan asdfghjkl*__________* por favor sigue asi, y escribe el siguiente que esto esta interesantisisisisimo.
ResponderEliminarUn beeeeesiiii guaaaaapa :D
¡Qué dices, mujer! >///< Muchísimas gracias :'D Intentaré seguir así ouo y ahora mismo estoy en ello ^^ Me alegra mucho que te haya gustado :D
EliminarBesos<333
¡Y tanto!
ResponderEliminarQuiero pelea D:
Adoro está novela, lalalá :33
Espero pronto el capítulo 7 ^^
Besos, Raúl.
Ya la tendrás más adelante :B
EliminarMuchas gracias, lalalá :33
Pues espero tenerlo para el fin de semana como muy tarde, quiero reescribirlo o corregirlo a fondo porque no me gusta mucho cómo está quedando xD
Besis ^^
Que genial!! Seguro que el vestido y el collar son preciosos!! Me lo imagino *-* Espero es siguiente igual de estupendo! :DD
ResponderEliminarBesis! <3
Muchas gracias ^^ El collar existe :B A ver si pongo alguna fotillo de él con la cámara nun Espero tener el siguiente antes del sábado :D
EliminarBesos ^^ <3
¿Lo he soñado o me dijiste que tenías el collar? xDD
ResponderEliminarMe gusta, me gusta ^^ Yo quiero un vestido, y dinero para comprar el vestido, jajaja.
Adrián es super cuuuuqui :33
Besiiis :D
Lo tengo, lo tengo xD
EliminarGraciaaaas :3 Yo quiero... ¡rebajas! Que son ya mismo, jaja xD
Adrián es amor :3
Besos <3