-¿Dónde vivías antes? – pregunté. Sin saber por qué, sentí
algo incómoda.
Reconocí que tenía bastante curiosidad. Lo que menos me
esperaba era que él llevase apenas unos meses aquí, aunque por otra parte no
era tan extraño. Todos los habitantes de Baste parecían tener el mismo aspecto,
al contrario de nosotros dos.
Me sentía observada por todos y cada uno de los alumnos del
instituto.
-En el norte - contestó él después de unos segundos -. He
pasado casi toda mi vida en Santander, aunque pasé parte de mi infancia en
Asturias.
Asentí con la cabeza. No sabía que decir más, por lo que se
produjo un silencio algo incómodo. Pensé en lo extraño que era todo lo que
tenía que ver con Adrián, empezando por el hecho de que sentía que lo conocía
de algo. Y ese pensamiento cada vez cobraba más fuerza.
Como si adivinara mis pensamientos, frunció el ceño y me
miró a los ojos. Mi corazón se aceleró bruscamente y me puse roja en un
instante. ¿Qué me estaba pasando? No quería comportarme de esta manera. Y mucho
menos con él. Me parecía increíble que, cuando conocía al chico más agradable
del mundo, sólo se me ocurría pensar en que lo había visto antes. ¡Era
totalmente imposible! Además, nunca había estado en el norte, ni había visto
nunca a alguien que se le pareciera. Y nunca se me olvidaría un rostro tan perfecto,
ni esa sonrisa tan maravillosa, ni nada relacionado con él.
Negó levemente con la cabeza y pareció estar a punto de
decir algo, pero se calló, se levantó y me dejó allí sola. Sorprendida, observé
cómo se iba rápidamente del patio para entrar por la puerta que daba al
edificio. ¿Qué mosca le había picado?,
me pregunté. Aunque no tardé en hallar la respuesta.
La culpable de que se hubiera ido de esa forma era yo. No
era más que un bicho raro que lo miraba como un ser increíble, aunque sólo lo
conocía de unas horas. Lo había espantado, igual que le pasaba a todo el mundo
en mi anterior instituto. Aunque de esto último no me culpaba. Lo único que
hacían era insultarme al ver que no era una niña pija que lo único que quería
era gastarse el dinero de sus padres en cualquier capricho. Y yo no me quedaba
callada. Más de una vez me había llevado una torta de mi madre al enterarse de
que había insultado a los hijos de sus amigos. Mi padre, en cambio, se reía
cuando se enteraba. Como si se lo esperara de mí.
Pensar en ellos me hizo entristecer mucho más de lo que me
imaginaba. Pero no porque los echara de menos, sino por todos los momentos
malos que me habían hecho pasar. A la única que extrañaba era a Mery, aunque
eso era todo el año. Apenas la veía.
El timbre me volvió a asustar. Me levanté de un salto
mientras pensaba que tendría que acostumbrarme pronto a aquel infernal ruido.
Nada más entrar al edificio el miedo se apoderó de mí. ¿Dónde estaba mi clase?
Mi orientación siempre había sido pésima, incluso en lugares pequeños.
Recorrí cada pasillo que me encontré hasta que por fin
encontré el letrero que ponía 4ºA. La puerta estaba abierta y había un profesor
que supuse que acababa de llegar, ya que todo el mundo le ignoraba. Entré
rápidamente y me senté fingiendo ser del grupo de personas que todavía se
encontraba de pie. Me senté rápidamente y me puse roja. ¡Cómo odiaba estas
situaciones!
Adrián ya se encontraba a mi lado, mirándome con curiosidad.
Le lancé una mirada asesina para intentar intimidarle, pero lo único que
conseguí fue que nuestras miradas se enfrentaran y que la mía perdiera.
Las tres horas siguientes fueron una tortura. Tenía que
enfrentarme a la indiferencia de Adrián y a mi orgullo, que me impedía hasta
mirarle. Cuando sonó el último timbre recogí mis cosas con tranquilidad y salí
del edificio sola. Me sentía cansada.
Cuando apenas había recorrido un par de calles, escuché
algunos pasos corriendo detrás de mí. Me giré y vi a dos chicas de clase. Se
trataba de una de apariencia normal y otra que parecía algo pija. Cuando
estuvieron a mi altura, me sonrieron.
-¡Hola! – me dijo la chica <<normal>> -. Soy
Esther.
-Y yo Paula – dijo la otra chica.
Me tomé un momento para examinarlas. Esther era pelirroja,
algo más bajita que yo y tenía pecas por toda la cara. Era bastante mona y, con
el pelo cogido con dos coletas, tenía cierto aire infantil. Paula parecía todo
lo contrario. Era bastante alta, rubia de bote (se podía comprobar por sus
cejas castañas y sus raíces), tenía el pelo perfectamente alisado y llevaba
muchísimo maquillaje. También llevaba la falda del uniforme subida.
No tenía nada que ver con la clase de pijas con las que
tenía que tratar en Madrid. Era más bien una versión low cost algo putilla.
-Hola, chicas – saludé. Me sentí algo incómoda. No estaba
acostumbrada a esto.
Caminamos juntas mientras cotorreaban alegremente. En un
momento de la conversación empecé a prestar atención en serio.
-Queríamos hablar contigo en el recreo, tía – dijo Paula
tranquilamente, como si se quejara de una amiga de toda la vida -. Pero estabas
con Adrián y no queríamos interrumpir.
Advertí que decía las
últimas palabras con algo de sorna.
-Oh… - no sabía qué
decir.
-Paula, no le digas esas cosas – le regañó Esther, aunque
usaba un tono cariñoso.
-¡Pero tía! Si sabes que Adrián nunca habla con nadie. Esto
tiene que ser un milagro o algo así – refunfuñó.
-¿Que qué? – pregunté antes de poder pensar. Ambas me
miraron sorprendidas, aunque yo era la más sorprendida de las tres. ¿Desde
cuándo me importaba Adrián? No podía ni quería que me importara.
-No es eso – empezó Esther -. Es que… no es especialmente
sociable. Nunca muestra interés por nadie, y siempre que alguien se le acerca
no dura mucho a su lado. No es desagradable con nadie y siempre está dispuesto
a ayudar, pero no parece tener interés
en nada más.
-Le estás echando muchas flores – protestó Paula -. Es más
fácil decir que casi todas las chicas han intentado tener algo con él y que todas y cada una de ellas ha fallado,
¿sabes? El señorito es perfecto en todo, está buenísimo y es amable, pero no
quiere ser amigo de nadie. Como si los de este pueblo no estuviéramos a su
nivel o algo.
Por su tono de voz, intuí que había sido parte del grupo de
chicas al que había rechazado. Era increíble que rechazara a alguien tan
espectacular, aunque por otro lado no me extrañaba. Esta chica no tenía cerebro
ninguno.
Cuando llegué a casa, tiré la mochila al suelo y fui a la
cocina. Allí cogí uno de los platos precocinados que había y lo metí en el microondas.
Mientras esperaba me cambié de ropa. Estaba harta del uniforme. Necesitaba
desesperadamente unos vaqueros y una camiseta.
Terminé de comer rápidamente y me puse a hacer deberes. La
idea no me agradaba mucho, pero no quería empezar con retrasos el primer día.
Tardé más de lo habitual, eso sí, por el hecho de que no podía dejar de pensar
en Adrián. Por más que lo intentaba no podía deshacerme de sus palabras, de su
cara ni de sus ojos. También intenté recordar lo ocurrido el día anterior, pero
sólo sirvió para darme dolor de cabeza.
Ese día me fui a dormir temprano. Habían sido demasiadas
emociones para un solo día, y me sentía verdaderamente cansada. Mi segundo día
en Baste no era lo que había pensado. Incluso había llegado a caerle bien a dos
chicas de clase, cosa que creía imposible.
Por la mañana me desperté con energía, e incluso algo feliz.
Apagué el despertador del móvil (esta vez tenía una melodía predeterminada) y
comencé con la rutina. Incluso me permití desayunar tranquilamente, cosa que hacía
mucho tiempo que no hacía. Después, cogí mis cosas y fui al instituto.
Esta vez llegué más temprano. Odiaba llegar tarde a los
sitios, por lo que apenas eran las ocho cuando llegué. Entré y subí por las
escaleras, donde empecé a hacer un recorrido mental hasta la clase. Había algunos
alumnos por los pasillos, algunos de ellos incluso corriendo.
Me paré frente a la puerta de clase, asombrada porque ya
estuviese abierta. Entré con paso vacilante y vi a una chica apoyada en el
pupitre contiguo al mío, intentando desesperadamente un poco de atención. Adrián
estaba sentado haciendo deberes e ignorándola completamente.
Pensé en no acercarme, pero, ¿desde cuándo me importaba
interrumpir? Llegué allí y empecé a bajar la silla. La chica me miró con malas
pulgas, aunque intentando que no se le notara. No era de clase, seguro. Su
mirada decía claramente ‘’lárgate’’.
¿Qué se había creído? A mí nadie me miraba así.
-Buenos días, Adrián – dije con una sonrisa.
-Buenos días, Sandra –respondió él con su tono apagado. Me
miraba con el ceño fruncido, como si fuera demasiado raro que lo saludara. O
tal vez pensaba qué razón oculta había para ello.
Incluso aquel saludo cutre pareció tener el efecto deseado,
porque la cara de la chica se transformó en una mueca y después volvió a mirarme
de la misma forma. Repetí su gesto, manteniendo la mirada hasta que la apartó.
Decidí salir de clase y dar una vuelta por el instituto, aunque no pude evitar
esconderme en la puerta para escuchar las últimas palabras de Adrián hacia esa
chica.
-Lo siento, pero no me interesas.
*O* Lo siento, pero no me interesas.
ResponderEliminar¡Le interesa Sandra! LO SÉ. La otra es una de esas chonis, ¿verdad? xd
Me encanta tu manera de describir todos los actos y los personajes me encantan. Me encantar Esther y Paula. He de decir que Esther me recuerda a María de BDP :D
¿Para cuando el siguiente? ¿Que pasara? Tengo muchas ganas de seguir leyendo y sobre todo... ¡Donde está Isaac!
Jujuju, he hecho bastantes cambios... tal vez te sorprendas :D Sí, puede ser xD Una chica así, de ese estilo.
EliminarMuchas gracias, Raúl :) De verdad, aunque todavía tengo mucho que aprender.
No había pensado en Esther y Paula de ese modo xD Y no, Esther no tiene esas orientaciones sexuales :3
¡Para dentro de poco, espero! Lo que pasará es una sorpresa ^^ Isaac tiene unos asuntillos... volverá pronto, muy pronto :3
Que bueno!! Jajaja. "Lo siento pero no me interesas" Ala! Que directo! Me encanta Adrián, pero no lo entiendo... Y Sandra también. Me da un poco de pena que sus padres la hayan mandado a un pueblo, allí sola. No sé, pobrecita.
ResponderEliminarEspero el siguiente!
Un beso
Gracias :D Bueno, ya lo entenderás mujer :B Y eso también tiene una explicación ^^ Espero tenerlo pronto, besos<3
EliminarEstoy hecha toda una dejada... Como he podido perderme esta historia tan asdfghjkl? Soy rematadamente estúpida si te digo la verdad *-* A partir de ahora no me salto ni uno de los capis, vamos ni de broma, que esta super-hiper-ultra-mega interesante xD
ResponderEliminarPD: quiero el siguiente porfa plis :')
PD2: mas' engachao' :)
dbaskbakjfbalfae *__* Muchísimas gracias :D No lo eres mujer, hay muchos blogs y es normal ir pasando de algunos xD Aunque me alegra mucho que te guste el mío :D Creo que ya te aviso por Tuenti así que pronto (muy pronto, tal vez hoy o mañana) subiré un capi nuevo ^^ Y muchas gracias otra vez :)
EliminarBesos<3
Era más bien una versión low cost algo putilla. ¿Te he dicho que te quiero? <333
ResponderEliminarPues se me ha ocurrido una cosa que enviarte en la próxima carta ^^ Espero que te guste (y que me salga bien xDD).
Y los capítulos, bueno, pues que me están encantando... Tengo un mono de historias de ángeles y demonios alucinante .___. Quizá debería ponerme a escribir Daños Colaterales...
A seguir leyendo :D
Aw >///< Y yo a ti :3
EliminarTengo muchísima curiosidad por saber qué me vas a enviar, a ver si acabo ya lo que te voy a enviar a ti :D
Oh, muchas gracias :D Ponte a escribirla, por favor *___* Adoro Daños Colaterales.