Agradecía
haberme sentado, porque mis piernas
habían empezado a temblar y dudaba que pudieran soportar mi peso. Un gemido de
apenas medio segundo brotó de mi garganta, liberando un poco el nudo y
haciéndome morir de vergüenza. Recé para que Adrián no lo hubiera escuchado y
resistí el impulso de mirarte.
-¡Sandra!
Por fin te encuentro – gritó una voz delante de mí.
-Hola,
Esther – saludé.
Me levanté
para permitir que me diera un abrazo, estando a punto de caerme. Estuvo abrazada
a mí varios segundos. Era bastante extraño que Esther me abrazara durante tanto
tiempo.
-Estoy con
Leo – susurró en mi oído.
-¿Qué dices?
¡Eso es genial! – grité. Por mucho que mi ánimo fuera pésimo, me alegraba por
ella. Al fin y al cabo, era mi amiga.
- Sí –dijo
mientras reía -. ¿Dónde te metiste tú? Intenté buscarte, pero no te vi desde
que te fuiste con Jaime. ¿Pasó algo con él? Él sigue diciendo que no se
acuerda, pero no le creo.
Un
escalofrío pasó por mi cuerpo. ¿Cómo no podía acordarse? Mentía.
-Oh, no pasó
nada – mentí como pude -. Simplemente estuvo hablándome de algo sobre bailar,
pero estaba muy borracho y le perdí de vista. Y bueno, me empecé a encontrar
mal y me fui a casa. Creo que fue porque no estoy muy acostumbrada a beber.
-Vaya –
comentó -. Yo quería que pasara algo entre vosotros.
-Qué dices,
mujer. Además, Jaime no es mi tipo, no me interesa.
Y dudaba
mucho que pudiera volver a acercarme más a él.
-Vaya, el
pobre se va a llevar un chasco.
-¿Qué dices?
Vamos, él no siente nada por mi –dije, haciendo un movimiento de indiferencia
con la mano que no tuve que haber hecho.
-Sandra,
¿estás bien? Estás temblando –dijo mirándome con los ojos entrecerrados.
Mis manos se
movían descontroladamente. Me las agarré riendo de forma exagerada.
-Estoy bien.
Hace mucho fresco últimamente.
-Pero si
cada vez hace mejor tiempo – comentó alzando la ceja. No me creía.
Me miré las
manos, que seguían temblando. Notaba sus ojos clavados en mí y cómo los míos se
llenaban de lágrimas. No iba a poder aguantar.
El nudo de mi garganta fue creciendo y mi corazón latía con fuerza. Me
faltaba aire. El recuerdo de Adrián diciendo que no podíamos ser amigos acudió
a mí, al igual que otros que sucedieron a lo largo de la noche.
Justo cuando
creía que iba a derrumbarme, Paula entró en clase berreando algo sobre los
chicos con los que había tenido oportunidad de enrollarse en la fiesta. Aliviada,
conseguí estar un par de minutos de pie, escuchándolas hasta que sonó el
timbre. No hice mucho caso a lo que decían, aunque Esther parecía algo
asombrada. Antes de irse cada una a su sitio, Esther me echó una mirada que
decía claramente ‘’tenemos que hablar’’. Asentí con la cabeza, aunque no
pensaba contarle nada.
No pensaba
realmente que Jaime me hubiera hecho eso, y tampoco me parecía seguro
contárselo. Además, lo de Adrián había sido demasiado increíble. No podía ir y
decirle a Esther que Adrián tenía una especie de súper poder. Porque si no,
¿qué era esa luz que le había salido de las manos? ¿Qué era eso que había
salido de ese supuesto Jaime? ¿Por qué Adrián me ignoraba de esa forma y se
empeñaba en no decirme nada? ¿Habían sido imaginaciones mías, como la sensación
de que conocía a Adrián?
Respiré
hondo. Iba a tener un ataque de ansiedad. Me senté en mi sitio e intenté
mantener la calma. La presión que sentía se iba acentuando, y la presencia de
Adrián me incomodaba.
Y no me
hacía una idea de hasta dónde podía llegar esa incomodidad.
Cuando entró
el profesor que tocaba a primera hora, las manos seguían temblándome de forma
incontrolable, por lo que había tenido que ponerlas debajo de la mesa,
sujetando uno de los cilindros de metal azul con tanta fuerza que me hacía
daño. Por suerte, no había ningún chicle pegado ni nada que resultara poco
agradable tocar.
Intenté
prestar atención a las tres primeras horas de clase, sin mucho éxito. No podía
dejar de mirar a Adrián sin darme cuenta y en una de las ocasiones que lo hice,
descubrí sus ojos azules mirándome con inquietud. Eso bastó para que dejara de
mirarle, me agarrara la falda del uniforme con fuerza y me pellizcara la pierna
para lidiar con los nervios. Necesitaba hablarle, recriminarle su
comportamiento. O, simplemente, pedirle que fuéramos amigos. Pero no podía. El
nudo de mi garganta me impedía totalmente hablar.
En los
cambios de hora Esther desvió la atención que Paula tenía en mí hacia ella,
cosa que agradecía enormemente. Seguía encontrándome fatal, y no quería tener
que hablar de nada sobre aquella odiosa noche.
Cuando sonó
el timbre que anunciaba el recreo me toqué la frente justo en el lugar que el
infernal timbre me daba dolor de cabeza. Había pensado en pasar el recreo en el
cuarto de baño de las chicas, pudiendo tal vez adelantar deberes o estudiar
para uno de los exámenes que estaban a la vuelta de la esquina.
Me levanté,
dispuesta a irme lo antes posible de allí, cuando alguien me cogió del brazo.
Alguien que creía saber quién era. Me giré y mi expresión pasó por miedo y
tristeza. Recuerdo vagamente haber parpadeado varias veces para evitar las
lágrimas.
Adrián me
seguía sujetando y me miraba con preocupación. No parecía tener intención de
soltarme.
-Sandra,
¿estás bien? – me preguntó con voz amable.
Eso fue la
gota que colmó el vaso. Estaba acostumbrada a que jugaran con mis sentimientos,
pero no de esa forma. Me solté bruscamente y, antes de echarme a llorar, salí
de allí corriendo.
Mi primera
opción fue el baño de las chicas, pero en la puerta me di cuenta de que no
podría aguantar ni un segundo allí. Necesitaba aire fresco, necesitaba salir de
allí. Huir y olvidarme de todo, aunque fuera sólo por unas horas.
Caminé hacia
el patio a paso ligero mientras pensaba en una conversación que tuve con Paula
cuando apenas llevaba tres o cuatro días aquí.
<<-Por
cierto, una cosa esencial – me dijo enigmáticamente.
-¿Qué? –
pregunté inocentemente.
-Si por
alguna razón quieres salir de aquí sin que te pillen –decía mientras señalaba
un arbusto que había a un lado del patio. Quedaba totalmente apartado de la
vista de los profesores y de la mayoría de los alumnos -. Tienes que salir por
ahí. Hay un agujero en la valla que queda camuflado por el arbusto ese. Por si necesitas salir de aquí, ya sabes. >>
En ese
momento consideré bastante inútil esa información. ¿De qué iba a servirme irme
del instituto? Nunca había sido ese tipo de persona, aunque ahora me venía de
perlas. Apreté el paso, dudando de mi capacidad de mantener las lágrimas.
El agujero
no tendría más de medio metro y llegaba al suelo, por lo que tuve que agacharme
y arrastrarme por el suelo, arañándome con varias ramas. Cuando salí de allí,
salí corriendo sin saber a dónde iba.
Me había
perdido.
Me
encontraba en alguna parte del bosque que había al noreste de Baste, dando
vueltas e intentando encontrar una forma de salir de allí, pero me daba la
sensación de que me metía más y más en el interior de aquel sitio.
No sabía
cuánto tiempo había pasado. Había salido sin pensar en que podría necesitar la
mochila, donde tenía el móvil, y seguramente eso me causaría problemas. Otros más
de mi peculiar lista.
Resoplé. Ya
no me salían más lágrimas, pero estaba asustada. Miré el sol intentando
determinar la hora, pero sólo veía que cada vez se iba haciendo más tarde.
Me apoyé en
un árbol, temblorosa. No quería acabar así. Había salido corriendo sin rumbo
fijo, intentando descargar la ira y el dolor que se alojaban en mi pecho.
Cuando me di cuenta de dónde me había metido, ya estaba totalmente perdida.
Estaba claro
que no iba a quedarme quieta. Pensaba seguir buscando salir de allí, aunque
dudaba mucho que alguien me echara en falta de verdad si llegaba a morir. Decidí
caminar siguiendo mi instinto en vez del sentido común, ya que había visto que
lo último no funcionaba.
Cerré los
ojos y dejé que mis pies eligieran un camino, con cuidado de no tragarme ningún
árbol, y continué ya con los ojos abiertos durante unos minutos, hasta que una
zona totalmente nueva apareció ante mí.
Un pequeño
prado se extendía ante mí. La luz se filtraba con más facilidad que en las
otras zonas y, al entrar, una extraña sensación de calma y calidez me invadió
por completo. Resultaba muy agradable. Un banco de madera se encontraba a
varios metros de mí, por lo que me acerqué a él y me senté, olvidándome por un
momento dónde estaba. Allí me sentía… bien.
Me quedé
ensimismada un rato, contemplando el paisaje y escuchando tranquilamente el
canto de los pájaros, que parecían estar más felices con la llegada, cada vez
más cercana, de la primavera. Miré a mi derecha, y parte de aquella
tranquilidad desapareció, aunque por otra parte me sentí completamente aliviada.
Adrián
estaba allí, conmigo.
Quiero el siguiente pronto!! Que interesante ^^
ResponderEliminarLo tendré lo más pronto posible ^^
Eliminar¡Aaaaaaaaaaaah! Dios así no me puedes dejar Cristina, de repente está perdida en el bosque y aparece él y lo cortas aquí, no puede ser :'(
ResponderEliminarMe parece fatal que la ignore y de repente se preocupe por ella ¬¬ hombres... de verdad que no hay quien los entienda. Se quieren eso está mas claro que el agua!
sube el siguiente pronto por favor que al final me da algo.
un beso <3
Te tengo que dejar así, al menos de momento D:
EliminarPara nada XD Después se dice que las mujeres somos las complicadas (?)
Lo intentaré -^^- Besos<3
OH DIOS, QUE MOLONGO.
ResponderEliminarYO CREÍA QUE IBAS A HACER LO DE MI IDEA DE ESO DEL BOSQUE CON UNA INVOCACIÓN DE DEMONIOS D:
Está genial, voy a acosarte parra el próximo capítulo, jues jues.
Por cierto, revisa el capítulo, hay dos faltas: colmó en vez de calmó y mirarte en vez de mirarle xD
Además, me he liado en estas frases:
''Me levanté para permitir que me diera un abrazo, estando a punto de caerme'', eso no lo entiendo y, en ese párrafo puedes sustituir la palabra abrazo, se repite en varias ocasiones.
También en eso que incluía « y », no lo he pillado bien xD
¡QUIERO VER LA IDEA QUE TE DIJE! xD
Y el capítulo ya, por favor.
Un beso.
Raúl.
JAJAJAJAJAJAJAJA qué va D: Lo siento, Raúl, pero no me convenció esa idea xD
EliminarYa lo has hecho, jues jues.
Les echaré un vistazo y las corregiré ^^ Gracias por darte cuenta ;3
Eso significa que cuando se levantó para que Esther le diera un abrazo casi se cayó... queda un poco extraño, la verdad xD Sí, es verdad ^^
Ñe, tranquilidad D:
Besos<3
Bieeeen, estaba Adrián ^^ La verdad es que parece bastante preocupado por ella... Aunque Sandra lo tiene que estar pasando bastante mal, la pobre :)
ResponderEliminarJoooooo, solo me quedan dos capítulos T.T Suuuubeeee, marrrdiiitaaa, jajajaja :33
Adrián aparece siempre para ayudar (?) Sí, la verdad es que muy bien no lo tiene que estar pasando D:
EliminarVoy escribiendo (?) Espero tener algo pronto xDD