Jaime me
cogió fuertemente del brazo, clavándome los dedos hasta hacerme daño, y empezó
a avanzar hacia la playa. Bajó la tarima de un salto y siguió arrastrándome.
-¡Oye,
espera! – me quejé mientras me quitaba los zapatos y los cogía con la mano.
Podía
matarme si me dedicaba a andar por la playa con tacones. Jaime siguió avanzando
hasta que nos quedamos algo alejados de la gente. Ahí hacía muchísimo más frío.
Sin el calor humano, el viento que azotaba las olas era totalmente horrible.
-¿De qué
quieres hablarme? No entiendo por qué no ha podido ser allí, con los demás–
pregunté. Estaba cabreada. Jaime no solía ser así.
-Te creía
más inteligente, preciosa.
-¿Qué? ¿Por
qué dices eso?
Empezó a
reír como si fuera un loco. Cogió el
collar con tanta fuerza que temí que se rompiera y lo alzó hasta que
estuvo a la altura de mis ojos. Juraría que se había vuelto completamente negro
como si de carbón se tratase.
-¿Sabes? Me
gustas mucho.
Lo miré
fijamente. Tenía la cara algo desencajada y sus ojos eran de un tono de verde
que me daba escalofríos. No parecía él, cosa que me asustaba mucho. No era una
simple borrachera, eso estaba claro.
-Pero qué
dices…
-La verdad. Te
deseo desde hace mucho tiempo, preciosa.
-Pero…
-Has caído.
Ahora ya no puedes hacer nada – su tono de voz era horriblemente familiar.
Estaba completamente segura de que no era Jaime, aunque tuviera su aspecto.
Sus manos
comenzaron a desabrochar la cinta de la espalda del vestido.
-No me
gustas – le grité dándole un empujón con todas mis fuerzas. No se movió un solo
centímetro. Intenté salir de la prisión que habían creado sus brazos, pero me
tenía cogida.
-¿Acaso
crees que me importa tu opinión? – preguntó retóricamente.
Comenzó a reír como un loco y acercó su cara a mi
cuello, empezando a besarlo.
-¡Socorro!
¡Ayuda! – grité con la esperanza de que alguien pudiera oírme -. ¡Adrián,
ayúdame!
Se separó un
instante para pegarme una bofetada que consiguió callarme a la perfección.
Empezó a subir sus labios por mi cuello y a bajar sus manos cada vez más. Intenté
pegarle todo tipo de patadas y puñetazos, pero no parecían afectarle.
Me cogió de
la cintura y se abalanzó sobre mí. Íbamos a caer los dos al suelo, él encima de
mí…
Pero solo
caí yo. Se oyó el ruido de un golpe y, cuando miré, Adrián estaba encima de
Jaime, con este gritando. Las manos de Adrián se pusieron alrededor de su
cuello. Por un momento pensé que llegaría a estrangularle, pero no parecía
hacer fuerza. Es como si estuviera… concentrado.
Contuve un
grito, aunque en el fondo me pregunté si hubiera sido capaz de gritar. Adrián
estaba aquí. De alguna forma había conseguido venir a salvarme.
Una leve luz
blanca empezó a salir de las manos de Adrián, como si fuera lo más normal del
mundo. Observé sorprendida cómo Jaime se revolvía.
Aunque se
estuviera convulsionando, no paró un solo momento de gritar insultos hacia
Adrián. Éste parecía pasar de él, aunque vi cómo fruncía el ceño un par de
veces. La única palabra que pude distinguir era ‘’caído’’.
Adrián no
paró hasta que empezó a salir un gas de color negro de la boca de Jaime, que se
distinguía sólo por la luz que hacía Adrián.
Se volvió
todo oscuro y Jaime dejó de moverse. Adrián cogió a Jaime por los hombros y lo arrastró
hasta dejarlo cerca de la fiesta. Se camuflaba perfectamente con la arena de la
playa. Después, se acercó a mí. Estaba enfadado, y mucho. Pero también había
algo más.
Era la
primera vez que sus ojos azules me parecían tan gélidos.
Se agachó
junto a mí, llenándose los pantalones de arena, y me observó con detenimiento.
Después cogió mis zapatos de la arena y me tendió una mano, ayudándome a
levantarme. No sabía cómo podía
mantenerme en pie, pero, de alguna forma u otra, lo hice.
-Nos vamos –
dijo Adrián mientras tiraba de mí hacia el lado contrario a la fiesta.
Supuse que
quería irse de la fiesta sin que nadie reparara en nosotros. La verdad,
prefería que fuera así. Mis pies parecían enredarse en la arena, entorpeciendo
mi paso y la velocidad que pretendía alcanzar él.
Adrián
apretaba mi mano con fuerza cada vez que me tropezaba, cosa que pasaba
constantemente. Además, no dejaba de mascullar algo que ignoré en un principio,
pero poco a poco empecé a escuchar.
-Tendrías
que vigilar bien con quién andas, ¿sabes? – dijo una de las veces poniendo los
ojos en blanco.
No pude
contestarle. Me sentía fatal conmigo misma, y las ganas de llorar se iban
haciendo mayores por cada palabra que decía Adrián. Pensé muchas veces en
contestar a algunas de las cosas que me decía, aunque me ganara que se cabreara
aún más. Pero, en el fondo, no me atrevía. Porque me había ayudado. Porque me
merecía que estuviera cabreado conmigo.
Y así podría
haber estado toda la noche de no haber sido por una cosa que dijo y que me
llamó la atención.
No sabía la
distancia que habíamos recorrido, aunque supuse que ya faltaba menos para
llegar a donde él quisiera que llegáramos. Seguía prestando atención a todo lo
que decía, por supuesto.
-¿Por qué no
te fijaste en el collar? – me preguntó cabreado -. Si lo tienes, es por algo.
-¿El collar?
– pregunté yo, extrañada. Recordé al instante que Jaime lo había cogido y se
había vuelto negro -. Cuando Jaime lo cogió se volvió negro. ¿Por qué?
-Por
supuesto – dijo con exasperación -. Pero no culpes a Jaime, él no tiene nada
que ver. Bueno, en parte sí. Pero no es culpa suya que…
-¿Qué no es
culpa suya, Adrián? – volvió a mirar al frente -. No me ignores.
-No voy a
decirte nada.
-¿Por qué
no? ¿No crees que merezco una explicación? – pregunté cabreada. Ya no pensaba
quedarme callada -. Desde que he llegado, no han parado de pasarme cosas
extrañas. Todavía sigo pensando que te conozco de antes, y sé que tú tienes la
respuesta. Además, por su fuera poco, hay un tío muy raro que se dedica a
asustarme. Y también creo recordarlo a él, aunque claro, a él sí que no puedo
recriminarle nada. Y hoy, en una fiesta llena de adolescentes que no paraban de
hacer el idiota, un chico que consideraba inofensivo ha intentado violarme, y
ahora dices que no era él. ¡Estoy harta de que me ocultes cosas!
-Es lo mejor
para ti – responde Adrián de forma calmada. Parece que mi cabreo lo ha calmado
a él -. No pienso decirte nada, principalmente por tu propia seguridad. Pero
sigue pensando que soy un egoísta que lo único que quiere es guardar
información para sí mismo.
Su respuesta
me sentó como un jarro de agua fría.
-Por favor,
Adrián – supliqué -. No hagas que tenga que pedirle explicaciones a Isaac.
-Escúchame
bien – dijo cogiéndome por los hombros -. Ni se te ocurra pedirle nada a Isaac.
Porque entonces será cuando no pueda darte ninguna información.
-¿Ah, sí? ¿Y
por qué dices eso? – espeté.
-Porque tal
vez no sigas viva después de estar con él.
La expresión
de mi cara pasó por incredulidad y después sorpresa para terminar con miedo.
Adrián me pasó una mano por el brazo.
-Estás
helada – dijo en voz baja.
Tenía razón.
El frío había conseguido entrar dentro de mí. Seguramente pillaría un
resfriado. Adrián se quitó la chaqueta y me la puso encima de los hombros. El
calor me dejó atontada, por lo que Adrián aprovechó para volver a cogerme de la
mano y subir unas escaleras en las que no había reparado antes. Las escaleras
llevaban al pueblo.
Adrián dejó
mis zapatos en el suelo y me apresuré en calzármelos. Intenté avanzar por el
pueblo yo sola, pero no paraba de tambalearme y tropezarme.
-Te vas a
matar como sigas así – dijo mientras me ayudaba a mantener el equilibrio.
-Bueno, así
le ahorro el trabajo a Isaac – dije con ironía.
-Sandra, te
lo advierto: no vayas a verle.
-Pues dame
tú las respuestas que quiero.
-No.
-Genial.
Me pregunté
qué pensaba Adrián de mí. Seguramente sería una carga para él, como una niña
pequeña que no lo dejaba en paz. Y encima tenía que salvarme de un loco que
había intentado hacerme daño. Me pregunté por qué lo había hecho, y por qué se
seguía preocupando por mí.
Un nudo se
apoderó de mi garganta, por lo que continuamos nuestro camino en un silencio
sepulcral. Quería decirle más cosas a Adrián, pero sencillamente no podía.
Cuando se
detuvo, me sorprendió ver que estábamos frente a mi casa. Estaba totalmente
reventada, tanto física como psicológicamente.
-Bueno, me
voy... – empezó a decir Adrián. Se iba a ir. Y me iba a dejar totalmente
destrozada.
-Adrián…
gracias por salvarme otra vez – dije con voz débil. Una parte de mí se preguntó
cuál había sido la primera vez, pero le hice caso omiso. Intenté contener las
lágrimas como pude.
-Sandra, es
mejor que no seamos amigos. Mi presencia no es buena para ti–dijo con voz
entrecortada.
-¿Por mi
seguridad? – pregunté irónicamente.
La mirada
triste de Adrián me confirmó que así era, aunque no quise creerlo. Lo había
espantado definitivamente. Como me acababa pasando siempre. Mi corazón pareció
encogerse para después latir con tanta fuerza que dolía.
Algunas
lágrimas salieron totalmente descontroladas de mis ojos. Adrián me abrazó con
fuerza y me aferré a él como pude. No quería que se fuera. No quería tener que
tratarlo como un desconocido. En el fondo, lo necesitaba. Con él había
conseguido sentirme mejor que con nadie, aunque hubieran sido sólo unos
minutos.
Aspiré su
aroma y, por un momento, dejé de pensar y me concentré en sus brazos rodeando
mi cuerpo, en lo bien que me sentía a su lado y lo idiota que había sido, otra
vez, tratándole así. En el fondo no servía para tener amigos.
Adrián se
separó de mí y observé su rostro. Parecía cansado y triste.
-Sandra, lo
siento. Pero es mejor así.
Negué con la
cabeza, pero él ya no estaba allí. Me pregunté qué pasaría el lunes, si sería
capaz de enfrentarme a sus ojos azules. Estaba segura de que no sería capaz.
Derrumbada,
entré en casa.
Derrumbada, entró en casa.
ResponderEliminar¿Cómo puedes crear ese final? T_T Puedes poner que está Isaac en casa, así nos dejas con más ansias -bueno, éste también tiene buenos resultados de ansias-.
Una cosita, si no me equivoco: este; si no se sigue de sustantivo es pronombre y es: éste.
Joder, adoro esta novela. Es genialosa. Me gusta mucho que fuera largo, lo que pasa que has tardado xD
Ahora para leer más voy a intentar pedir un adelanto :D
Un beso.
Raúl.
Jajaja no es mala idea, pero tengo planeadas unas cosillas y eso no va a poder ser :B Y con lo de éste probablemente tengas razón, siempre se me han dado mal esas cosillas a la hora de escribir ._.
EliminarMuchas gracias :'D Y sí, he tardado demasiado xD Lo siento, pero ya sabes que me ha resultado muy difícil D:
Besos ^^
buenoo ya me he quedado con ganas de más que final mas intrigante!!!
ResponderEliminarun saludo!
Gracias ^^ Un besoooo<3
Eliminar¿Qué? ¡No, este final no!
ResponderEliminar¿Cómo puedes dejarme así? esto no puede estar pasando.
Que no pueden ser amigos ¿en serio? no puede ser, eso no puede ser, me niego a creerme eso.
Con los monos que son por Dios. necesito saber que pasará en el siguiente capitulo así no puedo vivir. ¿Es que no puede contestara sus preguntas y ya está? que ganas de sufrir a lo tonto.
Me ha gustado mucho cuando ella le dice que le de explicaciones porque siente que se conocen de antes a sido genial eso.
siguiente pronto plis!! :)
un besazo <3
Pues, de momento, tienes que creértelo x'D Ay, no me digas eso mujer D: Tienes uno nuevo ya, pero no sale mucho Adrián que digamos xD
EliminarMuchas gracias :D Besos<3
AHHHH! necesitoo mas xD!
ResponderEliminarsubee rápido eeeh!
Ya hay capi nuevo :D Lo siento por haberos hecho esperar, es que el ordenador decidió no encender un día y bueno x'D He estado varios días sin ordenador.
EliminarJooooo, he estado a punto de echarme a llorar :( El principio con Isaac me ha gustado, el te creía más inteligente, preciosa <333 Y luego Adri... Uf, me desespero con este hombre, jajajaj. Había puesto hombro, JAJAJAJAJAJAJA.
ResponderEliminarVale, ¡siguiente! ^^
Ña, no quiero que llores D: Me alegra mucho mucho que te guste :3 Adrián resulta algo desesperante, lo sé... pero ya se sabrán más cosis :D Hombro. JAJAJAJAJAJA, no puedo xDD Wiii ^^
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